sábado, 24 de septiembre de 2011

More than words


Digamos que nunca fui de escribir pavadas, siempre mis composiciones fueron y son una forma de desahogarme y sacar afuera mis penas, mis anhelos, mis sueños, esas cosas que si se las dijera a alguien me dirían que miro muchas novelas, que de hecho las miro, pero no soy de esas que creen que las novelas son reales. Escribo desde que soy chiquita, porque soñaba con ser una gran compositora de música rock, lo cual con los años y mis experiencias fui dejando de lado; ya de grande me dedique más a escribir poemas y cuentos, porque mis experiencias y los malos momentos que estaba pasando hacían que el escribir sea mi terapia personal. A los catorce fue la primera vez que escribí un poema, recuerdo que hablaba del amor y las ganas que tenia de decirle te amo al chico que me gustaba desde los diez años y con el cual había empezado a tener contacto nuevamente después de tantos años. En ese poema hable del miedo que le tenía al rechazo de ese chico, supongo que todos alguna vez pasaron por eso, de tener un fuego en la garganta que solo se paga diciendo lo que se siente. A mí solo me paso dos veces, con mi segundo novio y con el chico que ame durante más de 6 años. A pesar de que a mi primer novio lo ame, como se lo venía diciendo desde el primer mes y estando insegura de mis sentimientos, para cuando estaba segura de que lo amaba simplemente tuve que mirarlo a los ojos y decírselo, es decir, no tuve que analizar nada. Al chico que me gustó desde los diez se lo dije por carta, creo que fue más vergonzoso que si se lo hubiera dicho personalmente, después de eso me tuve que enfrentar no solo a su rechazo sino que también a que me diga que me aleje para no tener problemas con su novia. Con el chico que fue mi novio sí que fue especial, porque me guarde ese te amo hasta que no aguante más, hasta que ese fuego terminara por calcinar mis cuerdas vocales, fue muy tierno, el lugar donde se lo dije no lo era, pero el momento sí. Recuerdo que salimos con mi amiga y su novio a un bar que quedaba a unas pocas cuadras de su casa. Estuvimos toda la noche, o casi toda la noche ahí. Ese fuego en mi garganta se hacía notar, pero yo no quería que saliera por miedo a apresurarme o por temor a que el no sintiera lo mismo. Después de analizarlo me dije “es ahora o nunca” y después de un “te quiero” dije ese “te amo”, y al instante mientras me besaba ese fuego desapareció, y solo sentí un “te amo” de su parte. Todo a nuestro alrededor se quedó en silencio. Creo que hasta el tiempo se detuvo. Se detuvo en ese beso, en ese abrazo y un “te amo” que me susurró al oído. Fue la sensación más linda que viví en mi vida.
Lo que siempre escribí y por eso soy muy buena haciéndolas, son las cartas. Al chico que me gusto desde los diez le escribí muchísimas, al principio para ser amigos y con el pasar del tiempo para buscar una oportunidad de que me deje demostrarle que podía der feliz conmigo, lo cual después no paso, pero bueno, eso es otra parte de la historia. La cosa es que las cartas no solo presentaban palabras, sino que expresaban en absoluto lo que yo sentía, era fácil saber en qué mentía, en que decía la verdad, en que exageraba, en que minimizaba, que cosas pasaba por alto, en una carta mía es fácil saber hasta el momento por el que estoy pasando sin necesidad de que lo escriba directamente, sin que escriba “me pasa esto” o “siento aquello”. Es raro, pero cierto.