viernes, 23 de septiembre de 2011

¿Uno cosecha lo que siembra?

Me levante con la ilusión de que hoy se me diera con el chico con el que venía hablando hace ya casi un mes. Desperté pensando en lo lindo que iba a ser el día. Hice buena letra para que mi mama me lleve a tomar el colectivo, pero nada de eso fue suficiente para que el destino me diera la oportunidad de que algo pasara. En realidad algo paso, pero no lo que yo esperaba. Cuando estaba esperando el colectivo, a eso de la una y algo, me llego el mensaje que me había mandado pasadas las diez y media. Me decía que ya no quería nada, que no se sentía cómodo y que prefería dejarlo así. No tengo por qué juzgarlo, por qué tomarle bronca o rencor y mucho menos tengo motivos para desearle el mal. Los dos sabíamos desde el principio que esto podía pasar. Le explique mi postura. Yo no quiero nada serio. El tampoco. Lo entendió. Nos entendimos. De todos modos no quiere nada. Aun no entiendo los por qué. Lo sospecho. Y estoy segura de que mi cuerpo tiene mucho que ver en su decisión. Es obvio. Él está acostumbrado a chicas mucho más lindas, chicas que se ven bien, no a minas como yo que lo único que tienen de bueno en el cuerpo son un par de gomas gigantes. De ahí en más no tengo nada que llame. Los pibes no me miran y eso hace que mi ego este por debajo del piso. No soy pretenciosa, no me fijo en lo superficial, nunca fui así, sin embargo ellos son así conmigo. Dicen que uno cosecha lo que siembra. Yo dudo mucho de que esto sea así.